Concursos literarios «sin restricciones»: ¿realmente pueden participar todos?
«Sin restricciones por nacionalidad o residencia», «para cualquier escritor del mundo», «abierto a cualquier persona que presente un texto en español», etc. Solemos encontrar declaraciones como estas en las bases de muchos concursos literarios, pero ¿realmente garantizan la participación de cualquier ser humano en una convocatoria?
Te mostramos cuál es la letra chica a la que debes prestar atención antes de enviar tu escrito a un concurso o certamen literario.
Antecedentes
Los que ya tenemos cierta experiencia participando en convocatorias literarias y acostumbramos leer sobrevolando a toda velocidad una importante cantidad de sus bases (aquí coleccionamos muchas), podremos recordar que hasta no hace tanto tiempo —un puñado de años atrás tal vez— leer la frase «sin restricciones» en las condiciones de una convocatoria, específicamente en el apartado que se refiere a los participantes, significaba realmente que cualquiera podía enviar su obra y acceder libremente a la competencia, o sea, se respetaba el sentido literal de la cláusula. Sin embargo, esa no es la situación hoy en día. El significado de «sin restricciones» se ha torcido un poco y ya veremos que en algunos casos la participación no es tan libre como debería ser.
La novedad
Entonces ¿qué fue lo que cambió? Se introdujo en muchísimos concursos una argucia leguleya que limita de hecho la participación en los concursos según el lugar de residencia de los escritores sin mencionar esta restricción abiertamente. Nos empezamos a encontrar cada vez más con condiciones como estas ocultas en lo profundo de las bases: «los ganadores deben estar presentes en el acto de premiación», «no asistir a la entrega de premios supone la renuncia a los mismos», «en caso de resultar seleccionados, los participantes se comprometen a estar presentes en la gala de premiación o a enviar un representante en su lugar», «la presencia en la premiación será obligatoria, excepto por razones de fuerza mayor», etc.
Las anteriores son algunas condiciones extraídas de las bases de concursos reales que supuestamente no imponen restricciones por nacionalidad o residencia a los concursantes. En principio vemos que hay matices, alguno que otro permite designar un representante, no pocos introducen este concepto de «fuerza mayor», supeditando al mismo la obligatoriedad de la asistencia.
El resultado en todos los casos es invariablemente el siguiente: los participantes que no residan en un radio bastante corto de cercanía con los organizadores, quedan excluidos. Esto sucederá incluso en los concursos que introducen los matices que mencionamos previamente, porque serán muy pocos los participantes que puedan designar un representante en otro país y porque no está claro qué «razones de fuerza mayor» considerará válidas el jurado. En principio, vivir lejos y no poder viajar no parece una razón de fuerza mayor, parece una situación normal y perfectamente conocida antes de participar.
¿Por qué pasa esto ahora?
¿Se han puesto todos de acuerdo? La respuesta es que no pero sí. Yo creo que se dio un efecto de viralización de las bases. Me explico: Cuando una institución, una editorial o un particular quiere organizar un concurso literario, en muchos casos recurren a investigar y leer cómo están redactadas las bases de otros concursos. Por eso se suelen ver artículos que parecen directamente calcados en convocatorias que no tienen ninguna relación entre sí. Creo que este efecto de viralización lleva a que condiciones como la mencionada, que tanto gustan a los organizadores, se popularicen muy rápido.
¿Y por qué puede ser que haya gustado tanto introducir esta restricción?
Se podrá argumentar que lo hacen para no tener un acto de premiación vacío, pero en tiempos de Zoom eso es muy relativo.
En realidad se hace porque queda muy bien decir que mi concurso es universal, abierto a todo el mundo, cuando en realidad lo que quiero es que solo participe gente de mi provincia o región, por la razón que fuera. Da mayor prestigio organizar un concurso internacional que uno local, pero también es más difícil y costoso (envío de diplomas o trofeos a la otra punta del mundo, coordinar transferencias internacionales, procesar una gran cantidad de obras que llegan de un número importante de países, etc.).
Es innegable que la introducción de esta artimaña resulta muy útil entre aquellos organizadores que solo tienen capacidad para llevar adelante un concurso local, pero quieren que en los papeles parezca una convocatoria relevante de nivel internacional.
¿Dónde buscar?
En cuanto a la ubicación física en el reglamento de los concursos:
Las condiciones que se refieren a quiénes pueden participar, suelen estar bien al principio de las bases, en el punto uno o dos de las mismas. Allí podemos esperar leer «sin restricciones» o similar.
Por el contrario, las condiciones de asistencia a actos y aceptación de los premios suelen estar al final de las bases, luego de definir cuál será el o los premios y la fecha de premiación. Por eso decimos que es la letra chica, porque queda bien oculta al final pero, sorprendentemente, sobreescribe o contradice al primer punto de las bases que es el más importante: el que se refiere a los participantes.
Las honrosas excepciones
Por supuesto que en muchísimos premios literarios la participación «sin restricciones» todavía significa exactamente eso. Son convocatorias internacionales realmente libres para todo el que quiera participar y garantizan que el o los premios estarán al alcance de todos.
Y por supuesto que también existen otros tantos concursos que destacan por su honestidad, reconociéndose desde un principio como convocatorias locales o nacionales y por tanto limitando la participación por motivos de nacionalidad o residencia. Así, derecho viejo, desde el vamos, sin vueltas ni condiciones veladas en el artículo dieciocho de las bases. Evitando esa argucia que insertada subrepticiamente al borde del final de los reglamentos, deja en los participantes un mal sabor de boca, una sensación de engaño y sobre todo causa una pérdida de tiempo perfectamente evitable.
Perfecta la descripción que haces, Javier, sobre el clasismo -origen/residencia- que se utiliza en los concursos literarios a la hora de premiar a un autor/autora. Y la geografía en la ubicación del "gato encerrado" es certera: siempre está al sur de las bases, casi al final, bien escondidito.
ResponderBorrarUn placer.
Lo grande no es ver más lejos de lo que podemos ver la mayoría; lo grande es tener la generosidad de
explicárnoslo a los que no lo vemos.
Muchas gracias por tus comentarios y bienvenido al blog.
BorrarYo gané un premio literario. Al año siguiente no me impidieron presentarme, pero una base decía que no lo podían ganar los vencedores de ediciones anteriores. ¿No es esto otra discriminacion?
ResponderBorrarEsa es una base muy común en los premios literarios, puede ser polémica, pero por lo menos a mí no me parece tan violenta como la restricción por concurrencia a un acto, en premios que se llaman a sí mismos internacionales. Este caso sí es directamente una estafa. Lo de no permitir ganar a quien ya ganó, lo puedo llegar a entender desde una buena intención como puede ser darle la oportunidad a nuevos escritores. También para evitar suspicacia, si le dieran el premio dos o tres veces a la misma persona ya estaríamos todos hablando de como está arreglado ese concurso. Otro tema es como escritor ¿para qué querrías ganar un premio que ya ganaste?, lo normal sería ir por premios nuevos. Pero entiendo tu planteo y que puede ser un punto polémico.
BorrarEs como que te dejan el corcho flotando y cuando picas ni siquiera tenía carnada... una estafa.
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